miércoles, 16 de enero de 2008

Monólogo con una piedra

¿Oyes el eco? ¿Oyes el eco? Claro que no, no puede ser un eco, las paredes de este lugar ya no reconocen su propio espíritu, las piedras se hicieron huecas cuando las obligaron a ser parte de un artificio, su resonancia natural dejó de respirar al secarse del río donde nacieron y vivieron su niñez. ¿Recuerdan esos días hermosas piedras? Los sapos reposaban en sus lomos,los árboles les daban sombra, la luna dibuja su silueta sobre ustedes ¿Sufren ahora que son albergue de reyes, herencia de príncipes dementes?!Oh! Quizá estoy equivocada, tú... déjame tocarte, pareces expulsada de un volcán, te veo una peca de lava, eso significa que fuiste incandescente y este lugar te apagó. Qué desgraciadas somos, el fuego con el que nacimos se ha marchitado en esta sombra.
Mi piel... mi piel es tan suave como mi alma anciana, recuerdo cuando jugaba con muñecas y era obediente, llevada mi vida a la oscuridad de los mandatos paternos, callando la voz de mi afección. Hoy y ayer me he mentido a mí misma, soy como ustedes, muda ante el lenguaje más íntimo que da cuerda a los engranes del alma.

¿Por qué mi voz se calla cada vez que tengo algo que decir? ¿Por qué nunca puedo refutar y mantener mi deseo de quedarme, o de irme, o de desaparecer cuando todos quieren quedarse, o de permanecer en un lugar en el que nunca he permanecido? Soy una más en esta fiesta de disfraces, quiero llorar para expulsar lo mismo de todos los días, escuchar aquella canción desnuda de mi corazón irracional, la emoción pura. Pero sobre todo quiero contarle a alguien de este pensamiento inmundo cotidiano, de la emoción con rostro amargo, del sentimiento de desolación cuando creo que siempre estaré sola. Ningún rostro me complace ni me motiva a seguir en la búsqueda de algo más que a mí misma. Piedrita, tú sí me comprendes, eres parte de una nada que representa un todo, un sistema organizado de principios y modales, una muralla funcional contra la exposición espiritual (sin ella tal vez algunos encuentren tanto vacío que decidan suicidarse). Hay que mantenerla firme y con más ladrillos si es posible.
Estoy en esta fiesta enlazando las posibilidades de encontrar a aquel que será parte de la nada de esta noche. Será verdad que hay que esperar para encontrar a aquel que será....Él dice que no merezco nada porque no doy nada de lo que quiere recibir. Pero tú no eres nadie para mí, eres como yo, sólo un fantasma de lo que quise alguna vez en mi vida, una idealización del hombre que quería a mi lado.
Depende de mí? depende de mí?
Prendan las luces, las más brillantes!!!!
Depende de mi?
Prendan las luces.
Así es la ciudad, nadie te conoce pero todos te lastiman. Se llama el complejo del anónimo. La verdadera naturaleza del solitario se refleja en la mirada, al mirar atrás y que la fiesta continúe sin él, como las copas de los árboles danzando a pesar de la caída de sus hojas. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
El destino se ríe en su tumba de mí, planeo la venganza del arrepentido, del sin remedio... ¿Tengo remedio? ¿lo tengo? Me importa un carajo escribir, quisiera estar viviendo la aventura de mi vida, o el pasaje fortuito hacia algo, un suceso, una flor envenenada, un venado enflorecido, un tren sin rieles ni vagones, lo que sea.....jajajajajaja

PERFUME CORDOBES


A mis argentinas


Me inserto en el DF con el perfume de otra ciudad, pienso en los habitantes de aquel lugar donde nació mi nostalgia, en lo semáforos comunes que detiene la carrera hacia la hora de la cita, a las señales luminosas de precaución que ya nadie observa, a los rostros de individuos abstraídos en su destino (misterioso pero aburrido).
Cuando al pisar un paso cebra aspiro el perfume de esa otra ciudad, aquella rodeada de edificios rojos de ocho pisos, de Plaza San Martín, Chacabuco y San Jerónimo no dejo de sonreír, mirar al cielo y creer que permanezco dividida en dos ciudades.
Vuelvo a mirar al cielo. El sonido de un motor, el sol ardiendo en mis ojos, la silueta de un avión y el recuerdo de una mañana de aterrizaje me regalan una lágrima.
Comienzo a imaginar el próximo aéreopuerto cuyos retratos en las paredes no sean abrazos de adiós ni razas mezcladas entre maletas y boletos en mano con prisa. Veo un lugar con hombres y mujeres sin naciones, de ojos de la forma de la Tierra y piel color humano, en donde no haya puertas de salida o entrada, y quienes las busquen encuentren el idioma común, un esperanto funcional, construido de las vocales más primitivas, parecidas a aquellas que me acercan todos los días a vivir en dos ciudades simultáneamente
Por eso, cuando quiero burlarme de la realidad aprieto el frasco del perfume cordobés, dejo que las gotas caigan sobre mi pecho y me contagien de memorias imperecederas, mientras mi cuerpo transita día a día en el DF con ganas de vivir el verdadero presente.